ANABEL SÁEZ, clave
El preludio fue durante el Barroco una composición de carácter improvisado que servía al músico como preparación a la obra que iba a interpretar. Con el preludio se ajustaba la afinación del instrumento, se comprobaba el óptimo funcionamiento de todas sus partes, y se preparaban los dedos recorriendo las diferentes tonalidades que se iban a presentar en la obra a la que precedía. Y aunque en un principio era una breve improvisación, con el tiempo el preludio se convirtió en un completo ejercicio de forma y armonía, y fue tomando cuerpo y consistencia hasta el punto de merecer la pena fijarlo en la partitura, convirtiéndose en una más o menos extensa introducción a la suite o a la fuga, incluso adquirió la plena independencia como vemos en varias colecciones de preludios como los de L’art de toucher le clavecin de F. Couperin, los Pequeños preludios de J. S. Bach, o los más tardíos preludios de Chopin, Shostakovich, Debussy, Scriabin o Mompou.
La escritura de los preludios es absolutamente caprichosa. Los encontramos con la libertad del prélude non mesuré francés, los hay en estilo contrapuntístico, algunos están protagonizados por virtuosísticos arpegios, o por fragmentos puramente cadenciales, pero siempre combinando la libertad y la fantasía. En este recital presento una muy personal muestra de preludios barrocos cuidadosamente escogidos por su originalidad y belleza.
PROGRAMA:
D’Anglebert. Prélude en re m. H
S. Bach. Pequeños Preludios (selección)
Couperin. L’art de toucher le clavecin (selección)
F. Handel. Preludio en re m
S. Bach. Preludio de la Suite inglesa nº 2 en la m
Ph. Rameau. Prélude en la m
S. Bach. Preludios Clave Bien Temperado I (selección)